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jueves, 10 de mayo de 2018

JOSÉ URRUTIA LANDA



Ayer día 8 de mayo falleció en su Tordesillas de adopción José Urrutia Landa. Pepe Urrutia para sus compañeros y alumnos del instituto Delicias.
Había nacido en Bilbao en 1949 y se había formado como arquitecto. Se incorporó  al departamento de Dibujo en 1985. Llegaba procedente del Pinar de la Rubia y antes había estado en el Jorge Guillén de Villalón de Campos.
Dejando de lado los aspectos relacionados con su labor como arquitecto, Pepe fue un apasionado por la vida entendida de un modo muy particular. Participó en la actividad política de su comunidad eligiendo, como en tantas otras cosas, un partido perdedor. Fue activista defensor del pueblo saharaui, hasta tal punto de adoptar como hijo propio a Hamat que integró como uno más junto a Chechu, Alfonso y Carmen Amaya. Chechu y Carmen cursaron el bachillerato de Artes en nuestro instituto. También adoptó a  Wernner que ha compartido casa y mesa con él y que hoy, con su familia, llora su pérdida porque con independencia del resultado de sus acciones nunca podrá acusársele de haber intentado, conscientemente, de hacer mal a nadie. Llenó su vida de quiméricos proyectos que iban desde la cría de perdices pasando por el diseño de joyas a la construcción de viviendas en Argelia. Siempre manifestó un profundo respeto por la naturaleza, en la que se integraba al caballeresco modo gracias a los halcones que todavía hoy hacen volar sus familiares.
Pepe, como diría Alvin Toffler, era -a pesar de sus estudios técnicos- un hombre de la primera ola y como tal seguía más los ritmos de la vida que los del reloj, lo que le causó no pocos problemas personales en su vida profesional.
Y sin embargo, no puedo por menos, ahora, que recordar aquello que aportó a nuestro centro. En primer lugar el cariño por sus alumnos y después, la pasión por lo que hacía. Su implicación en el desarrollo del Bachillerato de Artes fue una consecuencia de ambos.Y quiero recordar estar virtudes para que no se nos olvide que ellas van como mínimo al mismo tiempo, si no antes, que la norma y el saber a la hora del desarrollo de la tarea del maestro.
Hubo un tiempo en el que las jornadas de puertas abiertas lo eran efectivamente de tal modo que los padres podían entrar en las aulas, sin previo aviso, pero acompañados por el Equipo Directivo, para ver cómo se desarrollaban las clases. Un día abrimos la puerta de un taller y nos encontramos a Pepe con sombrero y con bastón frente a sus alumnos de Dibujo Artístico con quienes estaba debatiendo la pertinencia de las notas que había puesto a sus trabajos pegados a su espalda en la pizarra. Aquella cercanía, aquella interacción positiva, aquella cara extasiada de los muchachos ante las explicaciones que les estaba dando el profesor han quedado siempre grabadas en mi memoria como camino correcto hacia el aprendizaje.
Fue él quien impulsó la costumbre de los alumnos de artes de disfrazarse en Carnaval y en el Día de Difuntos. Y lo hizo a través del ejemplo: vistiendo sotana, solideo y fajín con tal prestancia y propiedad que, habiendo salido a fumar un cigarro a la puerta del instituto se le acercó una mujer a besarle el anillo.
Quiero dejar constancia de estos dos aspectos de su vida porque él era así. 
Pertenecía a una generación para la que no existía el término medio y, como alguno de sus compañeros, vivió a su libre albedrío. Desconozco si su jefe de departamento le estará abriendo algún tipo de puerta. En mi memoria, en nuestra memoria, estarán bebiendo -espero que acordándose de nosotros- una cerveza y un redbull.

Que descanse en paz Pepe y que sus familiares sepan que cuentan con nuestro recuerdo y nuestro apoyo.